Trenes rigurosamente vigilados es la novela más conocida, y la menos experimental, de cuantas escribió Bohumil Hrabal. Pero, aunque la novela encaje en los parámetros de la narrativa convencional, está tocada por la gracia, por una originalidad cercana al surrealismo, que impregnaba la mirada de este maestro checo. La historia está basada en una experiencia personal de Hrabal, quien durante una época que él recuerda como feliz, trabajó como ferroviario. La vida y la obra del autor de Yo que he servido al rey de Inglaterra se entrecruzan y retroalimentan constantemente y en cada uno de sus personajes ponía mucho de sí mismo.
El protagonista de Trenes rigurosamente vigilados es Milos, un joven aprendiz de ferroviario que trabaja en la estación de una pequeña localidad checa. Tienen el encargo de controlar y dar prioridad a los trenes rigurosamente vigilados, que son los que llevaban provisiones y armamento a los soldados alemanes. Pronto sabremos que Milos está enamorado de Masa, otra empleada de los ferrocarriles. La galería de personajes se completa, además con un ramillete de secundarios inolvidables, con el jefe de estación, un tipo al que solo parecen preocuparle sus palomas y conseguir el ascenso al que aspira, y con el factor Hubicka, un tipo divertido y mujeriego que ha escandalizado a la comarca por estampar en el culo de una telegrafista todos los sellos de la estación. Con esos mimbres, Hrabal construirá una historia de héroes anónimos -autentico credo para el autor- en la que se pone de relieve el valor de la resistencia frente al invasor.
La novela está repleta de escenas memorables, terribles y poéticas, que hacen de esta lectura un auténtico placer. Narrada en primera persona, el punto de vista del joven Milos -ingenuo, cándido en ocasiones, sensible-, lo altera todo. Hay poesía y mucha ternura en la forma de contar el despertar a la sexualidad (no muy afortunado) del protagonista, y mucha ironía y lucidez en la manera en la que se refleja la situación que atraviesan: la guerra llega en los trenes, pero lo invade todo. Los personajes de Trenes rigurosamente vigilados suscitan simpatía y compasión, hilaridad y admiración: consigue que respiremos dentro de la historia y emociona. Por cierto, no sé qué opinará Linares, pero la adaptación cinematográfica de esta novela fue muy aplaudida, tanto es así que obtuvo el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1967.
Estos días se han cumplido veinte años desde que Bohumil Hrabal se cayó de un quinto piso mientras daba de comer a sus palomas, y aún se mantiene si fue o no algo accidental. En todo caso, Seix Barral, con motivo de esta efeméride, ha reeditado y vuelto a situar en todas las mesas de novedades, una novela que ya merece el calificativo de clásico.
Txani Rodríguez